Ensayo
HENRY III DE NAVARRA. Una muerte honrosa
Autor Begoña Pro Uriarte
Idioma: castellano
Tamaño: 160x240
Páginas: 328
Encuadernacion: Tapa blanda
La débil paz firmada en Longjumeau el 22 de marzo de 1568 con la que se trató de cerrar la Segunda Guerra de Religión en Francia solo sirvió para tensar las posturas encontradas entre católicos y protestantes. La orden de detener a Louis de Bourbon, príncipe de Condé, dictada por la reina Caterina de ‘Medici cuatro meses después reabrió las hostilidades e inició una nueva contienda.
En 1569, la reina Jeanne III de Navarra -acérrima protestante- puso a su hijo, Henry, príncipe de Béarn y duque de Vendôme, bajo la tutela de su tío, Louis de Bourbon, y del almirante Coligny y lo envió al frente como baluarte de las tropas protestantes. A sus quince años, el joven heredero de Navarra se integró en la milicia hugonota y participó en las decisivas batallas de Jarnac, La Roche-l’Abeille y Moncontour, hasta demostrar su valía en los campos de Arnay-le-Duc.
Junto a su primo, Henri de Condé, participó también en el asedio de Poitiers, enfrentándose durante diecisiete meses a las fuerzas católicas del rey Charles IX comandadas por su hermano, el duque de Anjou, y reforzadas con la presencia de hombres experimentados como Gaspard de Saulx-Tavannes.
Mientras, en la retaguardia, la guerra se libró entre dos mujeres que defendieron sus intereses y sus causas con argucias políticas y estratagemas diplomáticas, manejándose entre intrigas y arengando a sus tropas hasta la extenuación: Jeanne de Navarra y Caterina de ‘Medici, reina madre de Francia.
La Tercera Guerra de Religión sembró los campos franceses de muerte, dejó decenas de viudas y huérfanos y llevó al primer plano de las hostilidades a cuatro jóvenes que compartieron nombre: Henri de Guise, Henri de Anjou, Henri de Condé y Henry de Navarra.
Fue en este contexto donde este último forjó su carácter y labró su carisma; donde templó su espíritu y se convirtió primero en Henry III, rey de Navarra, y más tarde en Henry IV de Francia, el rey al que apodaron «El Grande» y «El Pacificador». Henry tuvo su bautismo de sangre luchando bajo el lema que su madre hizo grabar en unas medallas y que se convirtió en la divisa de los hugonotes durante la Tercera Guerra de Religión: Pax certa, Victoria integra, Mors honesta (una paz firme, una victoria total, una muerte honrosa).
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